Y na hakái


Suena a advertencia para aquellos corajudos que por creerse como tal atropellan cualquier cosa. Naturalmente cuando uno se echa al agua y no sabe nadar, no hay ramas para sostenerse y la supuesta velentía invocada termina en una desgracia.

Entrada anterior
Plata pota
Entrada siguiente
Sanlo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
Tienes que aprobar los términos para continuar

Salir de la versión móvil