Emiliano es el más grande poeta popular paraguayo de todos los tiempos, pero también se desempeñó como alambrador, cuadrillero, hachero, cortador de tejas de palmas, cargador de vagones, carrero, carpintero… pero también profeta, a su modo: es decir, en versos.
Por Arnaldo Ramón Meza Colmán
Transcurría el año 1503 cuando nacía en Francia, el astrólogo y médico Nostradamus, un clarividente para algunos, un agorero para otros… Su principal obra se publicó en 1555 con el título “Las Profecías” y sus palabras han dado pie a innumerables interpretaciones sobre el devenir del mundo y la humanidad.
Esta obra está compuesta de 353 cuartetas, poemas de cuatro versos escritos en términos enigmáticos que pretendían anunciar los sucesos del futuro próximo, en Francia y en toda Europa. El éxito de Las Profecías fue espectacular y dio a su autor una fama internacional.
Tras su muerte en 1556, y hasta nuestros días, Nostradamus será recordado siempre como el astrónomo y adivino por antonomasia. Su obra ha atraído a una legión de lectores en busca de supuestas predicciones de sucesos históricos ocurridos siglos más tarde.
No en la lejana Francia, sino en la cercana Asunción, un poeta de cristalinos versos, sin proponérselo se convertiría, con el correr del tiempo, en una especie de augur nativo, rodeado de un halo mítico, a tal punto que hasta hoy varios pueblos continúan disputándose la cuna de su nacimiento.
La numerología, ciencia metafísica afirma que los números tienen relación espiritual con todo los que nos rodea. Habiendo Emiliano R. Fernández nacido un 8 de agosto de 1894, según el vaticinio de los astros, sería una persona de naturaleza expresiva que pone mucho detalle en las cosas que hace y que tiene una gran capacidad para expresar lo que siente, además de ser una mente previsora.
El tiempo, perpetuo y absoluto, se encargaría de demostrar a cabalidad esta veracidad cuasi profética.
Emiliano R. Fernández comenzó a esbozar sus primeras poesías allá por el año 1914 cuando prestaba el servicio militar en la 2da. Compañía de Infantería, cuyo jefe era el entonces teniente 1.º José Félix Estigarribia, en La Primera Zona Militar de Concepción.
Pero es recién a partir del año 1926 que desde Puerto Casado comienza a escribir con un sentido visionario y con una premonición exacta algunos agoreros versos, como este, donde señala claramente que el respeto a lo sagrado, se volvería cada vez más apartado y difuso. He aquí su esclarecedora cuarteta de fervoroso creyente con gran apego a la religión cristiana:
Agã mamópa ahê
Jahecháta angaipavóra
Por la señal ojapóva
Mas que farra kechêchê
El poeta ya anunciaba un hecho futuro a partir de la interpretación de ciertos indicios.
Meses después, el poeta se vio envuelto en problemas con sus patrones en Puerto Pinasco y fue destituido del lugar por ser acusado de incitar a los trabajadores a rebelarse ante la forma de vida a la que eran sometidos.
Ante estas circunstancias, el vate dio vida a una de sus obras poética-proféticas, más conocidas, «Che paraje cue», en cuyas estrofas traza estas visionarias palabras:
Adiós che sombra cue mi
Adiós soñado lugar
Tal vez el momento fatal
Che separá nde jheguí
El “momento fatal” vaticinado por Emiliano R. Fernández ocurriría el 15 de julio de 1927, cuando doce obreros paraguayos en huelga fueron asesinados por las fuerzas de seguridad en la planta de tanino en Puerto Pinasco, perteneciente a una empresa norteamericana Internacional Products Corporatión .
Históricamente este hecho se conoce como “La Matanza de Puerto Pinasco”.
Las predicciones del Nostradamus guaraní se habían cumplido al pie de la letra.
En tanto, habían transcurrido cincuenta y siete años de la finalización de la Guerra Contra La Triple Alianza cuando el 1.º de marzo de 1927 desde el kilómetro 61, Puerto Casado, el poeta de los valles y los cerros guaraníes nos anunciaba una doble profecía en su épica poesía “Huella Histórica”, escrita a la memoria del Mariscal Francisco Solano López en el aniversario de su muerte.
La ruta que trazarás muy pronto seguiremos
Tu genio heroico y fuerte la Patria guardará
Tu intrepidez innata de timón llevaremos
Y la generación futura tu tumba velará.
El bardo insinúa a través de estas líneas una nueva epopeya nacional; la Guerra del Chaco, para salvar a la nación de la mutilación y la deshonra, ratificando su convicción que nadie impedirá el resurgimiento de López, hecho este que ocurrirá en 1936 cuando es declarado héroe nacional, cumpliéndose así ambos vaticinios.
El poeta trashumante abordó varios temas en sus predicciones, siendo el fin de sus días el tema más recurrente es sus poesías cargadas de romanticismo y fatalidad. Pareciera que un destino irremediable agobiaba su existencia.
No ignoro yo el fin triste que el Todopoderoso
Con la diestra severa marcó a mi vivir
Mi corazón hoy puebla fantasmas pavorosos
Que dicen de mi amargo, mi negro porvenir
Este augurio se cumpliría el 15 de septiembre de 1949, a las 16:25, fecha y hora de su fallecimiento; 22 años después de ser formulada esta cuarteta.
En 1928, luego de la muerte del teniente Adolfo Rojas Silva, se instaló en nuestro país un espíritu belicista que desembocó en la movilización general de aquel año. En ese contexto Emiliano escribía los versos de la poesía “Ahama che chína”, más conocida como “Che la reina”, realizando la siguiente profecía.
Aimérõ en Parapití amoguahêne nde apysápe
Che ñeˋêmi kuatiápe neˋirãha asapymi
Ha ndékena eñapytȋ ko verso ndéve ahéjava
Opurahéi ndéve ijára Ocara poty cue-mÍ.
Este vaticinio se cumpliría el 16 de enero de 1935 cuando un batallón al mando del teniente 1.º José Vicente González, perteneciente al R.I. 14 “Cerro Cora” alcanzó las plácidas aguas del río Parapití, siendo el primer grupo de paraguayos en llegar al límite ancestral de nuestro territorio patrio.
Allende nuestra frontera, hacia el territorio argentino, Emiliano R. Fernández con un sentido visionario y con una premonición exacta de lo que ocurriría también vaticinó
Hȋˋãntema ahupyty
Fortín coronel Martínez
Ha upégui Parapití pe
Che avei taguahê
La letra de esta canción se adelantó cuatro años al inicio de la guerra y siete a la llegada de las tropas guaraníes al mentado río.
Después de setenta y dos años de finalizada la Guerra Grande en Cerro Cora, una nueva contienda bélica se materializaba en nuestro país. Esta vez el agreste Chaco sería el escenario. La guerra que Emiliano tanto anunciara y pregonara era una realidad.
Durante el desarrollo de la conflagración, el poeta-soldado sentó plaza en el R.I.13 “TuyutÍ” de la 5ta.División y participó en la batalla de Nanawa del 20 de enero de 1933.
Unos días después, el 10 de mayo para ser más preciso, escribió la épica poesía que en 24 estrofas inmortaliza la gesta heroica de Nanawa: Regimiento Tuyutí 13 de Infantería, más conocido como Regimiento 13 Tuyutí, que también contiene esta profecía.
Oimeve vaerã ku ore raperãme
Ore raˋarõva laurelty pyahu
Ojupi haguã umíva ruˋãme
Regimiento 13 oñekuãmbopu
El avance arrollador del ejercito paraguayo en Pampa Grande, Pozo Favorito, Campo Aceval, Pirizal, Gondra, Saavedra, Muños y la más resonante, Campo Vía; donde 10.000 bolivianos se entregarían, cubriendo de laureles; representación simbólica de la gloria, a nuestras armas, confirmarían las predicciones del Guyra Campana.
Ante estos triunfos del ejército nacional una nueva cuarteta profética brota de la infatigable pluma del Tirteo Verdeolivo. El 15 de setiembre de 1933 proclama a los cuatro vientos.
¡Opáta la guerra! Ahami jevýta aguata Ysatýre
La reina jyváre, tape yvykuˋíre ta che ryˋaivu
Kueheve guareícha ta orekunuˋü jasymi rendýpe
Tambuekoviami Chákope guare jehechagaˋu.
Fue en Ingavi donde se desarrolló el último episodio hostil de la Guerra del Chaco. El 14 de junio de 1935, la paz se materializaba en los campos de batalla, cumpliéndose a rajatabla las predicciones del bardo errabundo.
El final de la contienda chaqueña representó una nueva etapa en el devenir de ambos pueblos. Los soldados paraguayos volvieron cubiertos de honra por el sacrificio demostrado en tres largos años de beligerancia.
Con respecto a Emiliano y pluma, esa lanza la de pica aguda y fina, ella anunciaba nuevamente, una severa advertencia como vaticinio vigente hasta nuestros días:
Ñaimembáramo oñondive
Guerrakue ñambuekoviáta
Anínte ñande juráti
Político tujukué
Umíva korasõme oime
Mbói chini ojapakuáva
Ñane retãnte oikuaáva
Umi vicho rãimbore
Huelga decir que la descomposición de la clase política paraguaya de las ultimas décadas, de manera estricta, precisa y rigurosa han cumplido con las profecías Emilianore enunciadas en su poesía Peneraˋarõvo de 1935.
Por todas estas predicciones, presagios, vaticinios, presentimientos, pronósticos, profecías, augurios, las poesías Emilianisticas pueden ser consideradas como una especie de oráculo para las nuevas generaciones; en el sentido de persona sabia, autorizada y más aún, nos dijo con meridiana claridad, en que ciudad moriría, increíble no…
Agã péina Ñandejára iporã mante heˋi
Ha peteȋ guyraˋimi che rendápema ojokuái
Che rupívo ipepo ári che reru rohechami
Amano mboyve jaíre Asunción del Paraguay.
El gran Emiliano, a pesar de haber sido alambrador, cuadrillero, hachero, cortador de tejas de palmas, cargador de vagones, carrero y carpinteros en los obrajes del Alto Paraguay no moriría en la tierra del quebracho, sino sería herido de muerte en el barrio Loma Clavel, actual emplazamiento de la Capilla Stella Maris, un 3 de noviembre de 1948, apagándose su vida un lúgubre 15 de septiembre de 1949.
Luego de escudriñar este decálogo de poesías Emilianore, Semana Santa, Che paraje cue, Hogar ingrato, Huella histórica, Ahama che china, Bolivia ruguȋtȋvo, Regimiento 13 Tuyutí, Opáta la guerra, Peneraˋarovõ y Asunción del Paraguay entendemos por qué Emiliano R. Fernández es sinónimo de poeta, vate, trovador, aedo, rapsoda, bardo y juglar.
Ahora bien, pero que pensaba Emiliano de sí mismo. Al despedirse de su amada Belencita y yo de ustedes les doy una pista….
Y si mañana recuerdas a este bien perdido
Neaño kena eguapy ha nde pyˋápype ere
Se fue aquel VIDENTE que tanto me ha querido
Ohóma anga yvýture ha ani tamooúve.
Finalmente quiero recordarles la definición de vate
“Un vate es una persona que se dedica a alguna forma de adivinación. También se usa este sustantivo como sinónimo de poeta. No es extraña esta doble equivalencia, ya que antiguamente se creía que los poetas escribían por el influjo de alguna divinidad.”
Bibliografía Consultada.
Emiliano R. Fernández. Mito y Realidad. Roberto A. Romero.
Emiliano R. Fernández. Poeta del pueblo y soldado guaraní. Erasmo González.
Antología Poética 1 Y 2. Emiliano R. Fernández. Rudi Torga.
Facetas y Remembranzas de Emiliano R. Fernández. Ramón Giménez Larrea.
Emiliano Rapekuére I. Arnaldo Ramón Meza Colmán.