La fiesta de primavera de los Mbya Guaraní contiene una serie de rituales, los niños reciben nuevos nombres y -en medio de cánticos ceremoniales- agradecen a Ñanderuete y Ñandesyete al tiempo de orar por los cultivos.
Por Nicolás Maidana
La nación Mbya Guaraní celebra el Ara Pyahu cada 21 de septiembre, que es un nuevo año o una nueva época. Una fiesta que da la bienvenida a la primavera y desea a las semillas una buena cosecha para fin de año.
Siempre, al inicio de la nueva temporada, se baila el tangará en el pueblo. Es una danza ritual, que se realiza frente al opy (templo religioso). En la ocasión, se pide a los dioses que protejan a las personas y su entorno, la salud y la rica comida.
La tradición Mbya en el Paraguay.
La escritora del pueblo Ava Guarani de la colonia Fortuna en el departamento de Canindeyú, Alba Eiragi Duarte (primera escritora indígena en integrar la sociedad de escritores del Paraguay), relató la importancia que tiene para estas comunidades la llegada de la primavera y el Ara Pyahu. Se trata del renacimiento de una próspera nueva era, por lo que los Mbya Guaraní celebran el Año Nuevo Mbya. En este día, los Opyguá (guías espirituales) extienden su agradecimiento a Ñanderueté (padre) y Ñandesyeté (madre) y estos ordenarán a Tupá que bendiga a todos.
Ritos del ara pyahu
Los rituales comienzan desde muy temprano en la mañana, antes de que salga el sol. Primero se realiza el Aguyjevete, con la llegada de todos los miembros de la aldea mbya. Es para amenizar un rezo sagrado en la aurora donde se saluda al Ñanderueté por medio del Opygua (casa de oración o culto).
Seguidamente, se realiza el Tangará que consiste en una formación en círculo. Participan hombres y mujeres, acompañados con música mbaepujá y ha´e ravejá (música con guitarra y violín). Se acompañan con los instrumentos tradicionales, el mbaepú (guitarra de cinco cuerdas), rave (violín de tres cuerdas), mbaepú miní (calabacita con semillas), popyguá (2 varillas de madera) y takuapú (caña takuaruzú, que solo ejecutan las mujeres).
Posteriormente se entra en el Opy. Los Opygua entran primero y después el resto, con el acompañamiento de “japysakarekó” (música sagrada que se ejecuta con los mismos instrumentos).
Comienzan los pedidos, por medio del Opy, se pide a Dios que escuche. Para ello se usa humo de pipa “petynguá” (tabaco).
Se canta “mboraí (con los instrumentos tradicionales), se canta también el “mboraí Ñanderueté” (canto sagrado).
Se pide primero la bendición para el pueblo Mbya. Para salir del Opy se baila “jeroky”. Se pide permiso para salir, afuera del Opy. Los cabos (los que se encargan de la entrada), al escuchar esa música, saben que algunos van a salir del Opy, a hacer sus necesidades y después vuelven a entrar. Esta primera parte puede durar alrededor de dos horas.
También se hacen curaciones, se saca el Espíritu Malo de las personas. Los Opyguá cuentan a los padres y madres, y a todos los que escuchan, de qué pueblo vienen los kyryngüé (chicos). También explican el porqué de los nombres que le ponen a los kyryngüé. Algunos vienen de Ñanderueté, Ñandesyeté o Kuarahy, entonces los llaman Kuaraí o Karaí Verá, Karaí Tataendy, Karaí Miní o Karaí Verá, solo por mencionar algunos nombres. Las niñas tienen otros nombres como Jachuká, Yvá, Kerechú, Para’í, entre otros.
Actualmente, los Mbya Guarani del Paraguay están padeciendo el avasallamiento territorial a causa de la imposición del monocultivo de la soja. La deforestación de las selvas que supieron habitar impacta directamente en su hábitat tradicional, y por ende, en su cultura. Pese a esto, los Mbya Guarani muestran las formas que tienen de conservar su cultura, que incluye una práctica ecológica y un sentido humano de la vida y preservación de sus costumbres.
El dominio territorial ancestral de los Mby´a abarca desde la sierra del Mbaracayú a la región cercana al Corpus Christi y se extiende hasta el territorio argentino de Misiones, los estados brasileños de Mato Grosso, Paraná y Rio Grande do Sul. De acuerdo con esto se le reconoce a este pueblo como transfronterizo.
La mujer tiene la palabra
«Cuando terminan las heladas y todo se cubre de Tatachina (neblina), comienza el tiempo de celebraciones y profunda espiritualidad. Se bendicen las semillas, los primeros frutos del monte y a los niños y niñas. Es un tiempo de conexión con el supremo creador y se da las gracias por todo lo que se tiene para sembrar», menciona Lucio Morínigo, cacique primero de la parcialidad Mbya Guarani de la aldea el Pocito en la provincia de Misiones, Argentina.
Por su parte la Vicecacique de la parcialidad Mbya Guarani de la Aldea el Pocito, Sergia Ferreira, comentó que con estas actividades buscan rescatar sus tradiciones para que no se pierdan. Pretenden que los jóvenes conozcan que con el tiempo nuevo comienza un ciclo importante para los guaraníes y después del Ará Pyahu, tienen lugar los bautizos en donde se otorga nombres originalmente mbya a los niños. Eso es hacia diciembre, destacó. Añadió que “se le da la palabra a la mujer porque tiene un rol fundamental en el pueblo y la cultura mbya y es activa en la siembra y la cosecha».
Según datos del ente sanitario argentino, realizado en el año 2019, en la provincia de Misiones, Argentina existen alrededor de 118 comunidades mbya Guarani, que cada inicio de primavera, realizan las celebraciones del Ara Pyahú Guarani como agradecimiento y augurio a la buena vida.