“Hay tiempo para llorar he’i Karãu”, es una frase que resume la leyenda del personaje (Karãu) que se convirtió en un ave de luto luego de haberse mostrado cruelmente indiferente ante la noticia del fallecimiento de su madre.
En la leyenda, Karãu era pintón y buen bailarín; cuidaba a su madre enferma que desde hacía tiempo no mejoraba su condición y un día fue en busca de remedio, pero por el camino se entretuvo en una fiesta.
Mientras, él seguía en el baile y no quería interrumpir la danza, a pesar de la noticia que acababa de recibir.
Así, cuando cerca de la medianoche un amigo se le acerca y le comenta lo que acababa de pasar, Karãu lanza una fría respuesta: “No importa mi buen amigo/ el baile no he de dejar Omanórõ ya, omanóma (la que murió ya murió)/ Hay tiempo para llorar”.
Luego, el chamamé relata que, cansado ya de bailar, (Karãu) vio que brillaba la aurora y le dijo a su damita: Mamoitépa oi nde róga (dónde queda tu casa).
La dama le contestó: Che róga oî mombyry (mi casa queda lejos)/Rehosérõ che rendápe (si quieres junto a mi)/Ehecha rangue de sy (en vez de ir a ver a tu madre).
«El Karãu con estas palabras/De todos se despidió/Salió llorando y diciendo/Mi madre ya se murió», prosigue la letra de la canción. Luego dice: «Ko ãga katu aháne (ahora he de ir)/ A vivir por los esteros/ Ha upépe katu amoîne (y allí he de vestir)/ Para siempre luto entero».
La canción termina: «Y así recorriendo siempre/ Oñalamentá isy (lamenta a su madre) Por haber sido mal hijo/ El Karãu operdé isy (el Carau perdió a su mamá)».
El Karãu es el Aramu guarauna, también conocido como carrao, caraú o guairao, vive principalmente en areas húmedas y pantanos; se lo encuentra desde Florida hasta sudamérica.