Suena a advertencia para aquellos corajudos que por creerse como tal atropellan cualquier cosa. Naturalmente cuando uno se echa al agua y no sabe nadar, no hay ramas para sostenerse y la supuesta velentía invocada termina en una desgracia.
Suena a advertencia para aquellos corajudos que por creerse como tal atropellan cualquier cosa. Naturalmente cuando uno se echa al agua y no sabe nadar, no hay ramas para sostenerse y la supuesta velentía invocada termina en una desgracia.