Historias reales y leyendas surgieron en torno a la «Profetisa del Cerro Verde» de Sapucai. La extraña mujer hasta tuvo que cambiar de nombre e irse del país. Su discurso contra el vicio del alcohol tuvo un sorprendente efecto. La parte polémica de su historia incluye una desautorización del obispo en la época, así como un duro informe médico sobre la salubridad entre el gentío que acudía a consultarla.
-El alcohol no es para ingerirse en el estómago; pero por fuera servirá para remedio. Por ejemplo, para fricciones en caso de reumatismo o enfriamiento…
La prédica de María Epifanía Britos Espínola pudo pasar desapercibida por la multitud que acudía a escucharle. Pero poco después se notaría que realmente sus seguidores tomaban muy en serio las palabras de la joven, conocida como la profetisa de Cerro Verde, en Sapucai, al principio de 1930.
Con alrededor de 10.000 personas que acudían cada fin de semana, había una explosión de romería en los alrededores, con ventas de chipas, chorizos y -por supuesto- alcohol. Fue así que, según el relato periodístico de la época, tras escuchar el mensaje de la profetisa, “el público echó poco menos que a patadas” a los que ofrecían la caña.
Los vendedores del vicio fueron expulsados como los mercaderes en la época de Cristo, compara. Y desde entonces, no se vio ningún solo ebrio en el pueblo, aún sin presencia de uniformados, consigna “El Diario”. Todo fue solemnidad religiosa desde entonces, asegura.
Así como hay historias creíbles, pronto también surgieron leyendas fantásticas alrededor de la profetisa. Por ejemplo, el caso de la chipera aprovechadora que se había instalado en la tranquera misma del rancho, donde empezó vendiendo su producto a un peso cada uno.
Pero al percatarse de su gran éxito, duplicó el precio y siguió vendiendo. Entonces vio que igual la venta subía y se le ocurrió ofrecer a 3 pesos cada chipa. Cuando terminaba de contar su gran ganancia, apareció una anciana que le pidió una chipa. Le respondió que ya no tenía.
La anciana le insistió diciendo que revise debajo del mantel de su canasta a ver si por si acaso sobró alguna. Para librarse de la molesta cliente, la vendedora alzó la tela y descubrió horrorizada que la canasta estaba llena de víboras que devoraban todo su dinero ganado.
Este relato corrió en la época y fue interpretado por la profetisa como “una parábola real de Dios para enseñarnos que nadie tiene el derecho a enriquecerse a costa del robo a los demás. Las víboras simbolizan el cargo de conciencia” que uno tiene por las malas acciones.
“La imagen de mi tía que guardo es rezando su rosario”. Así cuenta hoy Griselda Britos, sobrina de la profetisa, entrevistada por Paraguayología, más de 90 años después de aquellos sucesos. Recuerda a la tía María Epifanía, a quien todos en la familia recuerdan como una gran devota.
Los últimos días de la profetisa fueron compartidos con sus hermanas Julia y María Elodia en la ciudad de Posadas, Argentina. Tenía 89 años y llegó a cambiarse de nombre para vivir una existencia dedicada a su fe, alejada del asedio de la gente de esa época.
Su sobrina afirma que, hasta nuestros días, su familia interpretó su existencia como una cualidad, al ser una mujer devota, muy espiritual y fiel a sus convicciones como católica. Pero ¿qué había pasado con ella? ¿Por qué había profetizado solo entre los meses de enero a marzo de 1930? ¿Era coincidencia su nombre de Epifanía con su epifanía? Según su padre, fue porque recibió instrucciones precisas del Espíritu Santo que debía realizar su prédica solo en aquellos 90 días.
“Mi padre decía que ella predicaba con gran elocuencia ante miles de personas, que a pesar de que se caracterizaba por ser de poco hablar después demostraba tener una extraordinaria capacidad verbal”, cuenta Britos.
En la hemeroteca de la Biblioteca del Congreso Nacional, encontramos esta publicación del diario El Liberal, fechada el 26 de marzo de 1930, que hace un llamado a las autoridades por su aparición y prédica; sin embargo, lo interesante es que afirma que la gente dejaba su trabajo para ir a escucharla. Y realmente se convertía en una verdadera peregrinación y citaba los medios que utilizaba la muchedumbre a caballo, a pie y en carreta. Sin dudas, fue una figura destacada de la época, aunque era un suceso que ocurrió en la “campaña”.
Igualmente, en el mismo diario aparecen publicaciones sobre la “vidente” de Cerro Verde. Una nota señalaba la carta de un ciudadano escrita con sencillez que anunciaba su reproducción inextensa en la edición del lunes. De este modo, también generaba expectativas en sus lectores y al mismo tiempo calificaba a María Epifanía como un “fenómeno colectivo”.
Anécdotas
“Una anécdota increíble que forma parte de la devoción a mi tía es que mi abuela materna embarazada había viajado desde Cerrito (Ñeembucú) hasta Sapucai y se había encomendado a María Epifanía que nazca bien su bebé y que si fuera así le pondría el nombre de Epifanía (mi mamá) que después se casó con el hermano de la profetisa”, relata Griselda Britos.
Con esto también se destaca el fervor de la gente que desde diferentes puntos del país e incluso de zonas de Corrientes y Misiones, Argentina, iba a escuchar las prédicas de María Epifanía.
El Diario a través de sus crónicas reseña el ascenso y la decadencia de la profetisa. Al principio la noticia del 27 de marzo de 1930 la describe como “una verdadera flor silvestre. Quizás sea la más hermosa mujer campesina entre todas las de los alrededores de Sapucai. Belleza serena y sencilla, sin artificios, sin falsificaciones, posee una pureza irresistible de admiración”.
La descripción de la prédica señala que “desde que el sol comienza a despuntar, se ve arribar hacia la casa de la profetisa una caravana interminable de hombres, mujeres y niños. Viene de los más apartados puntos de la Republica en carretas, a caballo, a pie, sin pensar ni en la fatiga de los largos viajes, ni en el sol que no es muy amable en verano (…)
Y allí está aguardando la palabra de la joven predicadora. A las 9 comienza la prédica por la mañana. Dura hasta las 11. Cuando habla la profetisa nadie se mueve. Se la escucha en medio de un profundo y religioso silencio. Algunos caen desmayados a consecuencia del calor. Lo atiende unos amigos. Los demás siguen escuchando atentamente, religiosamente”.
La actuación de la Profetisa no estuvo ajena a la polémica. Por ejemplo el arzobispo de la época, monseñor Bogarín, señalando que «Epifania Britos no es ninguna mujer sobrenatural, ni poseía del Espíritu Santo, sino una mujer cualquiera de carne y hueso en quien se ha producido ciertamente un extraño e inexplicable fenómeno psicológico», según la noticia del 11 de julio de 1930, en «El Diario»
Para entonces, el medio que había dado seguimiento y en principio defendía las actividades de la Profetisa, ya había cambiado su postura criticando la «nueva orientación» de la mujer que dejó las prédicas para convertirse en curandera.El periódico había publicadola carta del Dr. Antonio Bestard de la situación sanitaria en el lugar dirigida al director del Departamento Nacional de Higiene de la época y el texto ofrece un panorama del gentío en el lugar.
“Entre los concurrentes se notan todas clases de enfermos. Allí hay ciegos, paralíticos, idiotas, leprosos, tuberculosos y gran variedad de portadores de enfermedades de la piel; todos codeándose con las personas sanas y tiernos niños que se echan en el suelo infecto y toman el agua que se les ofrece en cantimploras y jarros sucios. Agréguese a esto la falta de suficiente cantidad de agua para lavar y se completará el triste y doloroso cuadro; ambiente propicio para adquirir enfermedades y originar cualquier epidemia”.
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En tanto que el epilogo del libro La profetisa de Cerro Verde, de Eulalio Villar Britos, comenta que también existe un recetario que recopila las propiedades medicinales de hierbas, de frutas, hortalizas y legumbres. Es un cuadernito de 20 páginas escrito en puño y letra. Este legado fue repartido entre los miembros de su familia.
Mirada histórica
Para el historiador Víctor Segovia, director de la Dirección de Estudios, Antropología, Arqueología y Paleontología de la Secretaría Nacional de Cultura, las profecías no suelen aparecer en la historia por la dificultad de su explicación en el ámbito científico (la demostración), por lo que están relegadas sutilmente a anécdotas que contienen interpretaciones personales propias del escritor sobre la base de su percepción, sin implicancia muy significativa en la cronología de los hechos…
Como se observa, lo profético está más ligado a la religión que a la historia.
La profetisa de Sapucai ha existido y generado una manifestación cultural en el ámbito religioso popular del Paraguay de aquel tiempo.
Estos acontecimientos ocurrieron años antes de la Guerra del Chaco, Segovia afirma que “las noticias de los preparativos para la Guerra del Chaco ya se difundían antes de 1930 y eran comentadas en todos los rincones del país, por lo que como evidencia de que sus profecías se anticiparon al tiempo de la Guerra queda como una experiencia personal y creencia popular y revelación divina (para quienes creen en estas manifestaciones), y que como anteriormente he mencionado corresponde más a la antropología el análisis de estas manifestaciones de aquellos momentos muy ligados a lo místico: respetando la fe comunitaria, sus ritos y cuestiones religiosas como la cosmovisión o interpretación del mundo: origen, sentido, destino y salvación”.
Su existencia fue real y el impacto que generó en la época. Creer o no creer es un asunto de fe.
4 comentarios. Dejar nuevo comentario
Muy interesante, y desconocido, espero más información sobre ésta historia jamás contada
Es desconocido,y ni siquiera las iglesias hacen mención de tan I Teresa te historia espero más información sobre ésta historia jamás contada
Tal cual…..( están relegadas sutilmente a anécdotas que contienen interpretaciones personales propias del escritor sobre la base de su percepción.)
Y muy de ficción en la mayor parte de lo escrito
No es muy desconocida la historia, figura entre las mujeres destacadas de la historia paraguaya. Y muchos periódicos de la época testimonian. Es de destacar que María Epifanía nunca fue interesada, jamás Lucró con lo que le había sucedido