Pensar en el mañana, una misión casi imposible. Estamos listos para lo que venga nomás, difícilmente planificamos. El relato que sigue nos refleja en cuerpo y alma.
El proverbial desinterés del paraguayo respecto al futuro puede graficarse con muchos indicadores (la gente es reacia a ahorrar y una póliza de seguro resulta una genuina extravagancia, etc.), pero la siguiente anécdota que escuché años atrás resulta especialmente interesante:
Durante una de las graves sequías y hambrunas que suelen afectar al Chaco paraguayo, se organizó un envío masivo de víveres a una de las localidades más alejadas de esa región del país. Camionadas de comida y agua fueron remitidas, y el propio Presidente de entonces, se dice que el general Andrés Rodríguez, asistió al acto de entrega.
Todos parecían muy contentos y -en medio de la celebración- el Jefe de Estado se queda conversando con el líder de la tribu local, a quien de repente le lanza la pregunta: “Y dígame, cacique Fulano, ¿cuánto tiempo cree que le va a durar este cargamento?”.
Ante semejante requisitoria, el hombre echa un vistazo a los enormes camiones, hace un gesto como de rascarse la cabeza y al término de su cálculo espeta: “Y… si nos ponemos todos por él, esta misma noche ya podemos liquidarlo”.Ya lo dijo el proverbio autóctono inclusive en rima: “jajapóna la economía, ja’upa la jarekomía” (literalmente: hagamos economía, comamos todo lo que tenemos).