«Gallo perô» se traduce como gallo pelado. Se le dice frecuentemente al «seco» o «sogue» que se cree don Juan. Hacerse el gallo tiene habitualmente la connotación por un lado en el ámbito de las relaciones con el sexo opuesto. Es decir, el gallo o gallito equivaldría a la figura del Don Juan, dado su éxito con las mujeres, Por otro lado, puede referirse a la valentía u osadía para pelear, etc.
Los que se creen gallos sin demostrar realmente cualidades también reciben el trato de “ñembo gallo” o “ñembo gallito”.
Por otra parte, se usa la expresión “che gallo” cuando por ejemplo se apuesta por un candido en una elección o en cualquier disputa. En estos contextos de competencia equivale a decir “che kavaju” (mi caballo).