Es burla clásica que se hace a los que se cambiaron bruscamente el corte de pelo o se cortaron recién el cabello. Se refiere a que presuntamente la persona no fue a una peluquería, sino que le agarró el pariente –posiblemente un peluquero improvisado- que vino del interior y le dejó en ese estado lamentable.
Los cortes desastrosos también suelen atribuirse a los peluqueros “mangoguy” o a los estudiantes del oficio que se ensayan por algún prójimo.