La profetisa del Cerro Verde (libro)

Aquí podés descargar íntegramente el libro «La Profetisa del Cerro Verde», de Eulalio Villar Britos, en forma totalmente gratuita como un obsequio para los seguidores de Paraguayología, por gentileza del autor. Es la historia de María Epifania Britos, quien protagonizó en 1930 uno de los fenómenos religiosos más singulares en la historia paraguaya, lo que incluso llamó la atención del poeta Emiliano R. Fernández primero y posteriormente del escritor Augusto Roa Bastos. Esta obra recopila los relatos más notables que aparecieron en la prensa de la época.

Anteriormente, hemos publicado dos artículos sobre el tema. Por un lado, un trabajo del profesor Arnaldo Ramón Meza Colmán («La profetisa paraguaya que reunió a 80.000 y asegura haber resucitado»), donde el historiador realiza un amplio relato de cómo la historia caló hondo en Emiliano. Igualmente, hemos publicado: «El día en que la profetisa criticó a los ebrios y sus seguidores echaron a los vendedores de caña». La descarga gratuita del libro (ver el link abajo) estará disponible para nuestros lectores hasta el 31 de diciembre del 2021. Así dice el libro cuyo contenido completo podés descargar más abajo:

«María Epifania Britos Espínola es un caso que llamó la atención de todo el Paraguay, como así también de las naciones vecinas, todo en su vida ha sido un misterio insondable, pero al mismo tiempo fascinante. Difícilmente sea suficiente eliminar las telas que cubren las retinas de la visión y las ceras que taponan los oídos; al ver y escuchar a Epifania predicar, para entender y comprender a cabalidad lo que ocurrió de la noche a la mañana en una   muchachita de cuna humilde, honesta y trabajadora, básicamente ignorante, como eran las mujeres del campo en esa época.

El Diario de los meses de marzo y abril del año 1930 publicó artículos sobre ella, a través de los comentarios del cronista comisionado, el renombrado escritor Arnaldo Valdovinos, que tuvo a su cargo la cobertura de este extraordinario acontecimiento ocurrido en el pueblo de Sapucai con la “Profetisa” de Cerro Verde.

Sapucai es quizá uno de los lugares más poéticos y encantadores de la República. La ha puesto en ese pedazo de suelo patrio los atributos más inefables de la belleza plástica. El hermoso panorama que allá se ofrece anta la vista no tiene paralelo. El espíritu se arrodilla extasiado en la contemplación serena del paisaje.

El nombre de Sapucai tiene su explicación en una leyenda seguramente muy poco conocida. En tiempos pretéritos se escuchaba por las noches y sobre todo en las noches tempestuosas un “grito” (sapucai) que salía de la cumbre del cerro. Un día, unos vecinos del lugar remontaron el cerro. Allá en la cumbre solitaria hallaron un cadáver insepulto. Era el alma errante de este hombre que por la noche gritaba pidiendo acaso sepultura para el cuerpo. Los vecinos así lo entendieron. Sepultaron el cadáver. Clavaron allí una cruz y desde entonces cesó el grito clamoroso escuchado por las noches.

A un kilómetro y medio, más o menos, de la vía férrea, hacia la derecha yendo de Asunción, levanta su lomo de verdor eterno, el cerro Guayaybí. Más allá está el Cerro Verde. En la falda del Cerro Guayaybí, semi perdido entre el boscaje, asoma su silueta rústica un ranchito humilde con techo de paja. En ese ranchito apartado y bajo ese techo, vivió Epifanía Britos, “La profetisa llamada del Cerro Verde” rodeada del cariño de sus familiares y estimadores. Del prestigio asombroso que supo conquistarse en poco tiempo a más 60 leguas a la redonda.

Epifanía Britos fue hija de don Melitón Britos y de doña Lorenza Espínola. Nació en Ybytymí el 7 de abril de 1909, un miércoles santo. Cuando pequeñita, Epifanía vino con sus padres a Sapucai, dedicándose toda la familia al trabajo agrícola.

El resto de su niñez y los primeros años de su mocedad pasó poco menos que desapercibida, aún de los Don Juanes campesinos. Sólo tuvo un amor en su vida. Pero fue efímero. Duró apenas un mes: Marciano Amarilla.

Era poco comunicativa, corta y rústica. En una palabra, era lo que en guaraní se dice “coyguá”. Pero ocurrió una enorme transformación en ella, este cambio de temperamento y de carácter, como el día y la noche no se atribuye más que a un milagro. Todos afirmaron que se trataba de una enviada del cielo, una mortal privilegiada en cuyo pecho vino a anidarse un espíritu divino para comunicarse con los hombres.

Epifanía Britos era verdadera flor silvestre. Quizá fue la más hermosa mujer entre todas las de los alrededores de Sapucai. Belleza serena y sencilla, sin artificios, sin falsificaciones, posee una pureza irresistible de admiración.

No se podría precisar por qué fue elegida para recibir la Gracia Divina y de tantos dones que por cierto tiempo benefició a muchas personas del Paraguay y de regiones aledañas. Si bien no duró todo el tiempo esta misión, quedaron testimonios de personas que han vuelto a caminar, a ver y a curarse de innumerables males, razón suficiente para plasmar en papeles, las tantas obras de bien realizadas por esta humilde mujer campesina quien tampoco supo entender ni explicar por qué fue elegida para cumplir tan singular misión»

 

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