“Villa cariño” no es una villa como tal propiamente; en realidad, en Paraguay es algún callejón, plaza, parque o cualquier rincón –generalmente público- donde las parejas se juntan para sus arrumacos o algo más.
Son frecuentes las denuncias que recibe la policía -muchas veces a través del sistema 911 de emergencias- de parte de los vecinos o transeuntes que se sienten molestos por el accionar de los enamorados.
«Villa cariño» puede ser el lugar al que se van los tortolos después de la famosa frase: «vamos a un lugar más tranquilo». A veces, las parejas simplemente se miman sentados en los bancos o tirados sobre el piso o el césped; pero con frecuencia permanecen en vehículos estacionados discretamente.
Estas escenas suelen ser interrumpidas por algún chico travieso y, las más de las veces, por uniformados poco comprensivos. En ocasiones, demoran a las parejas y les llevan a la comisaría, de donde salen horas después pagando fuertes multas.
O bien, para evitar el arresto, pueden ser forzados a abonar alguna coima a los intervinientes. Hubo ocasiones en que algún fiscal malhumorado incluso aplicó cargos por exhibicionismo a los cariñosos detenidos.
El término “villa cariño” es de uso extensivo en otras latitudes; una de estas zonas más reconocidas es la que está en los bosques de Palermo de Buenos Aires (Argentina), muy famosa en los años ‘60. “Más de uno fue concebido allí”, como bien grafica Carlos Araujo en un artículo sobre el tema.