¿Volverán con su gente los más de 250 recuerdos fatales recogidos a lo largo de la ruta ampliada? Los nichos y cruces que señalan los lugares de desgracia fueron recogidos por los obreros en bolsas y entregados a los municipios. La mayoría ya estaba en estado de abandono. Lo nuevo: Numerosos nichos se convirtieron en poke-paradas y gimnasios Pokemon, en el jueguito virtual.
¿Qué pasó con los nichos y monumentos religiosos de la Ruta PY02 tras su duplicación?
“Los mismos trabajadores se negaron a tocar los nichos”, afirmó Roni Paredes, especialista social de la empresa Rutas del Este, encargada de las obras. Esto es el reflejo más claro del respeto hacia la memoria colectiva. La muerte en las rutas del país se guarda para sí un lugar al costado para marcar, señalar, recordar . Dejar un objeto material que indique que algo pasó allí y que, a su vez, se representa a través de los nichos y pequeños monumentos.
Con las obras de la duplicación muchos nichos y monumentos fueron traslados o simplemente guardados en algún municipio hasta que reclamen algunos familiares. Rutas del Este, empresa concesionada para los trabajos por el MOPC, informó que hasta el momento 251 nichos fueron afectados por las obras. Los trabajos se dividen en 5 tramos. Todavía falta completar el tramo 1 que comprende desde el desvío a San Bernardino hasta Caacupé.
Los panteones o nichos afectados fueron colocados en una bolsa identificatoria. Incluye el dato del kilómetro, el nombre y apellido (si es que tuviera todavía una cruz). E tanto sus pertenencias como cruces, candelabros, flores fueron entregadas a los municipios jurisdiccionales. Paredes afirmó que en Itacurubi se entregó a la iglesia, en un primer momento. Pero luego a pedido del sacerdote, los objetos fueron trasladados a un tinglado de la Municipalidad para que los familiares puedan retirar. Hasta hoy permanecen allí.
Tanto el Ministerio de Obras Públicas como Rutas del Este afirman que existe un protocolo para remover estos nichos. La empresa repartió volantes informativos en los puestos y en las oficinas regionales están registrados los levantamientos, pero en su mayoría están abandonados, dijo.
Por lo tanto, los interesados pueden buscar la identificación en los municipios o en las oficinas regionales de Rutas del Este. “Hay la costumbre de visitar estos lugares solo una vez al año y los frentistas no tienen información”, expresó Paredes.
Asu vez el informe del MOPC tampoco reconoce una protección cultural. Los nichos son considerados “como una práctica recurrente de nuestra cultura. Los recordatorios o nichos se ubican a la proximidad del camino o banquina de las rutas, generalmente donde ocurrió un accidente y perdieron a seres queridos. Éstos se constituyen como monumentos funerarios, dando lugar a un acompañamiento u oración, aunque los restos no se hallen inhumados en ese lugar”. (Ley N.º 946/ 82, de Protección a los Bienes Culturales ,Capítulo V – De; Artículo 15)
¿Qué representa para nuestra cultura estos nichos y/o panteones?
“Los nichos y panteones no son parte específica de nuestra cultura. Constituyen el tratamiento universal de la muerte. Se refleja de manera diferente según las culturas, las religiones y la relación del individuo con el destino post-mortem”, según explica Gloria Scapinni, antropóloga social.
Estos recordatorios están relacionadas con la necesidad de marcar para la memoria el hecho de la muerte, el momento histórico y muchas veces las circunstancias. En el caso de los nichos en rutas, las muertes fueron trágicas y accidentales, es decir, las circunstancias son las menos esperadas.
Al contrario de la enfermedad o la vejez, en estas condiciones la necesidad de duelo aumenta para los vivos que deben procesar esas muertes, agrega.
Scapinni comenta que “en todas las culturas la muerte es objeto de ritual, de creencias, de ceremonial. Y de dispositivos sociales y religiosos para hacer frente a esa única etapa del ciclo vital. Este se estructura desde la certidumbre más profunda: todos moriremos algún día, nacemos para morir”.
En Paraguay, un país en su mayoría de credo católico, la muerte se acompaña de todos los rituales propios a esa religión. Pero también deja entrever también herencias e influencias de la cosmovisión indígena.
Scapinni afirma que “esto está también vinculado a una forma de identidad cultural, una identidad local en las distintas regiones del Paraguay. Se elaboran manifestaciones propias en torno a símbolos religiosos, asociados a momentos de su propia historia local. La religión atraviesa muchas formas de expresión cultural desde la imaginería, la tradición oral y sonora, las fiestas populares, el lenguaje etc.”.
LASÁNIMA EN LAS RUTAS
“La creencia en el peligro que representan las almas una vez desencarnadas mediante la muerte física es una constante en todas las culturas. Por lo tanto, según la cosmovisión, existen tratamientos para proteger a los vivos de un posible acecho de un alma en pena, que no ha sido correctamente canalizada hacia la idea de paz, representada en la religión católica por el paraíso”, según menciona Scapinni.
En muchas de las culturas indígenas de nuestro país, siempre se piensa en la mudanza después de una muerte. Esto es para evitar un posible regreso del alma del difunto a saldar cuentas con los vivos, sostiene.
Los guaraníes se referían al mba’e megua, en este sentido. Por ello, Scapinni afirma que las rutas son por definición un «no-lugar», un paisaje anónimo sin pertenencia. «Son lugares propicios para la asociación de ideas sobre los rituales para hacer de la muerte un destino seguro, para tranquilidad de los vivos”.
Por su parte, Walter Fernando Díaz menciona “en los caminos vagan las almas en pena que precisan de oración. Esta necesidad las vuelve perversas, maléficas o bien se vuelve al atardecer”. Díaz es un gestor cultural conocido en su pueblo como Fernandito Yaguarón, y estudioso de la religiosidad popular
Cuenta que el alma sale de noche a asustar a la gente o aparece para atormentar a los transeúntes como póra. Entonces, estas almas viven llamando la atención de la gente. Hacen patente su necesidad de oración, de descanso, de tener un nicho, prender una vela y tener una cruz. “Ellos pues buscan el descanso y no lo pueden hacer por la violencia de su muerte”, afirma.
“Uno pone o mejor dicho, marca un lugar para la memoria de un acontecimiento. Son pequeños monumentos a los sucesos acaecidos, en este caso particular. Las muertes trágicas, los accidentes, asaltos, robos, abandono de cuerpos, se sitúan y se marcan para la devoción y la memoria familiar o comunitaria. Es para buscar una protección o bien cuidar de esa alma que queda atada al territorio en el cual se construye para darle paz. O rendirle culto cristiano”.
¿De dónde proviene esta cultura? Walter afirma que “puedo testimoniar que estás prácticas están más vinculadas a la memoria familiar o comunitaria que a una creencia. Si partimos del catolicismo, diríamos que es una obra de misericordia. Si miramos desde la actitud personal es un deber dejar un testimonio sobre el suceso. Pero lo concreto es que se hacen estos gestos para poder contener el vacío y el dolor de las pérdidas. Y como signo de cercanía con el muerto”.
“La costumbre es ir por lo menos una vez al año a visitar el nicho, farol. Tal como cada día de muertos, cambiar paños, prender velas y poner flores”, finaliza Díaz.
Nichos se convierten en poképaradas
Decenas de nichos de los fallecidos en las rutas paraguayas se convirtieron en poke-paradas, que son lugares usados por los jugadores para obtener recompensas como son las pokebolas o pociones. Los cazadores de pokemones acuden a estos sitios, que están señalizados.
Las poképaradas se elevan desde el suelo como si fueren un poste y culminan en la parte de arriba con un cuadrado o cubo de color azul. De este modo, los jugadores pueden interactuar con los nichos mortuorios convertidos en espacios virtuales creados por la empresa japonesa Game Freak. Una poképarada puede atraer pokémones (y entrenadores) durante 30 minutos.
Paraguayología pudo verificar gran cantidad de nichos y monumentos ruteros convertidos en estas poke-paradas. En algunos casos también estas pequeñas construcciones se convierten en gimnasios Pokemon, siempre en el formato virtual que tiene el mentado jueguito. A estos gimnasios pueden acceder los competidores que llegaron al nivel 5 para las peleas de pokémones.
Notablemente, en Yaguarón, cuna de la mitología guaraní, se puede encontrar una gran cantidad de poképaradas. En la iglesia San Buenaventura se pueden encontrar estos sitios de pokemones en el altar, en la casa parroquial y hasta en el campanario.
En la página de Pokemón afirma que la mayoría de las poképaradas y gimnasios fueron propuestos por los usuarios. Pero advierte que si una poképarada o un gimnasio está en un lugar incorrecto hay que enviar una solicitud para que la empresa revise la ubicación. «Si has encontrado una ubicación en Pokémon GO que crees que se debe modificar o eliminar, infórmanos», agrega.