¿Influyó la bruja Micaela en el doctor Francia? La leyenda relata un sorprendente encuentro con el niño que iba a ser –años después- el supremo dictador del Paraguay. La historia de la mujer que sobrevolaba Yaguarón finalmente es hoy una atracción turística.
Por Osvaldo Olivera (Director de la Escuela Literaria Colofón)
Hablar de Micaela es sinónimo de escuchar intrincadas leyendas sobre la famosa Bruja de Yaguarón, la mítica ciudad de nuestros ancestros, distante a unos 50 kilómetros de Asunción.
Habitante sin tiempo de la compañía Saguazú, esta mujer que nadie con exactitud sabe su origen o cuanto año vivió, es una de las leyendas impactantes de todo Paraguay. Su espíritu, según los yaguaroninos, sigue rondando.
Según el libro de Dani Pino y Alcides Talavera: «Caela», apócope de Micaela, fue una de las célebres magas de la tierra de Ñaguarú, hoy Yaguarón. Vivió en una solitaria ermita situada en el paraje denominado Saguazú, a escasos 3 kilómetros de la ciudad.
Caela tenía en la ermita una calavera a la que adoraba como una mensajera entre ella y las potestades ocultas. Dice la leyenda que Caela iluminaba de día y de noche a la calavera con velas de cera virgen encendidas por la base, por la parte gruesa y que se consumía de manera ascendente hacia la punta, por la parte delgada. Ella poseía un antiguo grimorio de donde aprendió los rudimentos de las artes oscuras.
El libro de Micaela
Entre los objetos deseados por otros brujos, magos y adoradores de las artes ocultas, está el «libro de Micaela», el grimorio, un extenso libro de conocimientos mágicos. En realidad, nadie sabe el origen de la extraña obra que poseía, según la leyenda, instrucciones complejas y efectivas para aquelarres.
Contenía fórmulas para encantamientos y hechizos. Además de los secretos para mezclar hierbas mágicas, invocar todo tipo de entidades sobrenaturales y realizar conjuros. O fabricar talismanes a partir de animales sacrificados con sufrimiento.
Su libro robó un marino durante la revolución del 47
Micaela tuvo un hijo, que se cuenta sabía todas las fórmulas de la madre. Pero nunca le interesó practicar la brujería, era un medico empírico. durante la revolución del 47, un marino buscó al hijo y lo obligó a que le de el libro de Micaela. Posteriormente el marino vendió el libro, según se cree este fue el motivo por el cual ganaron los pynandy la revolución. Micaela desde los valles oscuros obró para que los marinos, fieles a los liberales, perdieran la revolución y tomen el poder los colorados.
En Latinoamérica, durante el siglo XVII se hizo conocido el grimorio del Papa Honorio III, que hace referencia a las prácticas ocultas en el seno del catolicismo. Es probable que el mítico libro de la Caela, haya sido una copia de ese grimorio.
Micaela y el niño José Gaspar
La leyenda indica que en cierta ocasión la bruja del paraje de Saguazú se encontraba descansando a la sombra de un árbol en las cercanías de la casona del capitán José Engracia Rodríguez. Este era el encargado del establecimiento de tabaco de Yaguaron y padre de José Gaspar Rodríguez de Francia.
Caela decidió refrescarse en el ykua del fondo de la casona, que hasta ahora existe. Pero no se percató de la presencia del niño José Gaspar, según cuenta la leyenda. La bruja se quitó la cabeza del tronco y tomando con las manos su propia cabeza la sumergió en el agua.
Cuando de repente vio que el niño la observaba, largó fuertes carcajadas para asustarlo. Pero el niño quedó impávido y -sin muestra de susto ni sorpresa por lo extraordinario que acababa de suceder ante sus ojos- solo atinó a preguntar cómo podía hacer eso, como si fuera la cosa más natural del mundo.
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Micaela -ante la insistencia del niño tan poco impresionable- lo llevó hasta el cerro de Yaguarón y le mostró algunas hierbas con las cuales preparaba sus pociones. Miró al niño y antes de salir volando sentenció: «Ndehegüi oikóta karai guasú» (vos te vas a convertir en un señor muy importante).
Cuando le hizo crecer testículos a una joven
En Yaguarón existía una muy hermosa muchacha, pero soberbia en extremo. Un chokokue se enamoró de ella y en una ocasión ella le despreció por ser pobre, entonces el joven, muy herido emocionalmente acudió a Micaela para pedirle un amarre de amor. Pero la bruja le dijo que por esa jejapola no vale la pena hacer nada, que no se preocupe ya vendrá otra. Caela, que era sensible con la gente humilde, como venganza hizo que le crecieran testículos a la engreída jovencita.
La historia del campanario
Casi llegando al final de sus días, la maga de Yaguarón, decidió ir a hablar con el Arzobispo de Asunción. Se confesó de sus malas obras y el Arzobispo, le pidió que done una campana nueva al templo de Yaguarón, ella cumplió su promesa pero estando ya muy enferma se enteró que el sacerdote del pueblo se rehusaba a que el cuerpo de Micaela entrara al templo. Fue por eso que cuando falleció el cajón pesaba tanto que tuvieron que arrastrarlo con bueyes, el peso de sus culpas no redimidas.
Volaba para asustar a los lugareños
Según los testimonios, Micaela solía volar por encima del pueblo y alrededores solo para asustar a los yaguaroninos,. También se cuenta que sacaba la cabeza de su cuerpo,. Luego revoleaba la cabeza desde el cabello y lo arrojaba al cielo. La cabeza podía viajar y volar sola, según la voluntad del cuerpo de la bruja. Hasta la actualidad algunos vecinos sostienen que escuchan algunas noches la carcajadas de Caela, sobrevolando compañías de Yaguarón y cercanías.
En 10 minutos estaba en el cerro Verde
Otras de las historias fascinantes es que podía estar de un lugar a otro en muy poco tiempo. Testimonios de vecinos de Sapucai indican que la bruja venía volando desde Yaguarón hasta el cerro Verde, pues en ese lugar encontraba algunas hierbas que utilizaba para sus conjuros. También solía conversar con los habitantes del cerro y los ayudaba enseñando cataplasmas y otras formulas para sanar enfermedades. Una humilde campesina, que llegó a ser conocida como la profetisa del cerro Verde, se cree fue del agrado de Micaela, se otorgó el don de la videncia, según cuentan.
La muerte de Micaela
Según los relatos, Micaela murió en 1917. En realidad, nadie conoció a ciencia cierta su edad. Pero el día de su fallecimiento el padre no dejó que su cuerpo entrara a la iglesia. Ese es uno de los motivos por el cual, en la actualidad en los días nublados, igual al día que murió, muchos aseguran haber visto el espíritu de la payesera pasear por los corredores del templo de San Buenaventura.
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También la leyenda cuenta que, al cargar el cuerpo en el ataúd, se volvió tan pesado que no pudieron levantar el cajón ni entre diez hombres. De modo que tuvieron que atarlo a una carreta y arrastrar el cajón hasta la iglesia primero y luego hasta el cementerio.
El castillo de la Bruja
Conocido como el Castillo de la bruja, lugar dónde Micaela recibía a sus clientes, es una construcción posterior a la muerte de la bruja. Pero durante décadas estuvo abandonada. El caso es que -según los vecinos- nadie podía habitar ese sitio sin recibir la visita de la gran payesera.
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Desde finales del 2019 y desafiando su espiritual presencia, el castillo se convirtió en una agradable posada, llamada Castillo de Saguazú. El alojamiento incluye una hermosa pileta, jardines bien cuidados y tomar tereré bajo el árbol de laurel, que la misma Micaela había plantado. Las hojas de laurel son utilizadas desde la época de los romanos para invocar entes protectores.
El 31 de octubre, día de las brujas, cae domingo ¿Te animás a pasar la noche en la habitación de la gran bruja de Yaguarón? tal vez puedas disfrutar de su compañía durante la madrugada.
Fuente: Yaguarón. Historia, mitos y leyendas. Dante Pino, Alcides Talavera. Editorial Ra (2019)
2 comentarios. Dejar nuevo comentario
Excelente Osvaldo como siempre en tus escritos!!!
Increíble y apasionante historia