¿Qué se conmemora realmente el 18 de octubre en el Paraguay? El historiador Claudio José Fuentes Armadans explica el episodio ocurrido hace 130 años y que considera en un hito fundacional del liberalismo paraguayo y parte de su mitología o cultura política popular.
-¿Como se puede resumir lo que paso el 18 de octubre de 1891?
-Ese día, el 18 de octubre de 1891, ocurrió el intento revolucionario por parte de los adherentes del Centro Democrático (1887) – Partido Liberal – quienes buscaron la alternancia del poder por la vía de las armas luego de 11 años de hegemonía política del caballerismo primero – posteriormente devenido en la Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado a partir de 1887.
Dicho intento fracasó, convirtiéndose en el proceso en un hito fundacional del liberalismo paraguayo y parte de su mitología o cultura política popular, por medio de la construcción del mismo desde la historiografía y la cultura musical, cruzados como siempre por el campo político.
-¿Cómo se define lo ocurrido? ¿Asonada, intento de golpe de Estado, gesta, insurrección, rebelión, alzamiento, revolución?
-Depende de la perspectiva con que se lo mire al hecho histórico, y sobre todo buscando una distancia del mismo: dicho en otras palabras, tenemos que buscar definirlo independientemente o a pesar de las valoraciones políticas que tengamos. Por un lado, reúne todas las condiciones para ser considerado el hecho como una revolución fracasada: ya que hay una justificación política, una proclama, y un planeamiento del hecho que van más allá de un simple alzamiento, sobre todo si consideramos factores como los fraudes electorales y la violencia política del oficialismo de la época – que dicho sea de paso continuaron cuando los liberales llegaron al poder 13 años después – así como la imposibilidad de alternancia política por la vía electoral pacífica.
Por otro lado, también podríamos considerarlo un intento de golpe de Estado, desde una perspectiva institucionalista ortodoxa, ya que irrumpió una hegemonía política relativamente estable – a pesar de la violencia electoral de 1887, 1888 y 1891, por citar tres casos – que no había tenido mayores atentados en contra de la institucionalidad del gobierno desde la asunción de Bernardino Caballero en 1880, o sea 11 años de estabilidad. La construcción por parte de la cultura popular liberal – la polca 18 de octubre, por ejemplo – y la historiografía liberal – o sea, lo que los historiadores liberales por medio de textos, libros, discursos, conmemoraciones y monumentos – se encargaron de convertir al hecho en una gesta. En cualquiera de los tres casos, hay una construcción conceptual detrás que merece ser estudiada.
-¿Por qué cree que esta recordación es festejada mientras el aniversario del Partido Liberal prácticamente pasa desapercibido?
-Podemos apreciar que, desde el primer momento del fracaso revolucionario, se comenzó a gestar la mitología heroica respecto al mismo. Esto lo podemos apreciar en las ilustraciones de El Látigo Inmortal, periódico satírico de filiación opositora liberal radical, que comenzó vía la caricatura a construir el fracaso del 18 de octubre como una gesta heroica.
A eso, le acompaño en el transcurso de los años siguientes las misas y eventos religiosos en post de los caídos en aquel día, considerados mártires de la democracia por los liberales, lo que llevó a la fundación de la Sociedad 18 de Octubre – cómo se puede apreciar en el periódico El Pueblo de 1895 y en la documentación de dicha asociación – cuyo principal propósito era la construcción de un Panteón en el Cementerio de la Recoleta para los caídos en aquel día y los exiliados como José de la Cruz Ayala (Alón).
Tras muchos años de gestiones, dicho panteón se construyó a mediados de la década de 1920. Hay aquí también una inspiración en el Panteón de los radicales argentinos, en donde reposan sus personajes importantes. El Panteón de la Sociedad 18 de Octubre o Panteón Liberal, se convertiría en el epicentro de la conmemoración, y le daría más fuerza aún en la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Los principales historiadores del liberalismo paraguayo como Efraím Cardozo, Arturo Bordón, entre otros, participaron de dicha sociedad, y con sus trabajos y redes intelectuales inclusive influenciaron a historiadores y politólogos de otros países como Harris Gaylord Warren y posteriormente a Paul H. Lewis.
La polca 18 de Octubre, cancelada en tiempos de la dictadura en varias ocasiones, fue otro elemento pero desde el campo popular. A eso hay que sumar un hecho político importante: las personas quieren ejemplos políticos que se vean concretados en actos concretos, nada más concreto que la idea del martirio en una cultura eminentemente cristiana tradicional. Un caso fue cómo El Radical, periódico del Partido Liberal Radical (PLR) se hace eco de la muerte del último revolucionario de octubre, en 1971. Con todos estos elementos, no es de extrañar que el 18 de octubre de 1891, prevalece como fecha fundacional del liberalismo paraguayo por encima del 10 de julio de 1887, la creación del Centro Democrático.
-¿Cuántos fallecidos y heridos dejó el episodio? ¿Es cierto que duró solo 6 horas?
-No sabría decir la cantidad de muertos, pero no creo que hayan superado de las decenas, es un tema pendiente de investigar por mi parte. Lo que puedo decir es que las principales víctimas de ambos bandos fueron: por los revolucionarios el diputado Juan Machaín, y el presidente del Centro Democrático el mayor Eduardo Vera; mientras que por los gubernistas los coroneles Ozuna y Santos Miño.
El evento duró probablemente desde las últimas horas de la tarde y las primeras horas de la madrugada; pero las repercusiones inmediatas duraron días, semanas y meses. Un ejemplo de esto está en el Registro Oficial, el Decreto de separación como docente de todas sus cátedras en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales al doctor Alejandro Audivert, por haber participado del levantamiento del 18 de octubre de 1891.
-¿Cuáles podrían señalarse como las causas del episodio?
-Primeramente, tenemos que conceptualizar cómo era el gobierno o los gobiernos durante el periodo conocido del Estado Liberal (1870 a 1940), que abarcan tanto la primera década de posguerra (1869/70-1880), la primera hegemonía colorada (1880 a 1904) y la hegemonía liberal (1904 a 1936/40). Si bien es cierto la Constitución Nacional de 1870 era de carácter democrática y liberal, durante el periodo de su vigencia entre 1870 y 1940 no hubo gobiernos democráticos propiamente dichos, tampoco dictaduras – incorrecto sería decir que eran dictaduras, a pesar de ciertas prácticas autoritarias – sino lo que hubo fueron Regímenes Oligárquicos. Se podría decir entonces que era una Pseudodemocracia, con apariencia de institucionalidad, pero regida por la violencia política y los pactos entre sectores oligarcas del oficialismo y la oposición tradicionales coloradas y liberales. Terceros obreros, independientes y posteriormente comunistas eran excluidos directamente de cualquier posibilidad de acuerdo o diálogo.
Estos Regímenes Oligárquicos actuaban con acuerdos a la institucionalidad cuando de forma hegemónica podían lograr acuerdos de pactos políticos entre el oficialismo y sectores participacionistas de la oposición; y cuando no había acuerdos, venía el fraude electoral, la violencia política, golpes de Estado, revoluciones y guerras civiles. Regímenes Oligárquicos eran el común denominador en la región del Río de la Plata, con hegemonías partidarias similares en Argentina y Uruguay, así como revoluciones exitosas o no. Paraguay no iba a ser distinto a la región.
A esto hay que sumar, que la gobernanza de colorados y liberales en el periodo también estuvo signada por los intereses económicos de las grandes empresas de economía de enclave, como La Industria Paraguaya Sociedad Anónima (LIPSA), que fueron árbitros de la política paraguaya siendo dueños de la economía y de enormes latifundios agroexportadores que basaban su riqueza en la explotación extractivista y en la mano de obra precarizada y abusada de los mensúes.
Dicho esto, las causas inmediatas del levantamiento del 18 de octubre de 1891, estaban entre una hegemonía caballerista/colorada que ejerció la violencia política y el fraude electoral en varias oportunidades imposibilitando la alternancia política por medios pacíficos. Esto no es un dato menor, la primera alternancia política pacífica electoral del país se dio recién en 2008, y que finalmente fue frustrada por los lamentables sucesos golpistas del 2012. No tenemos una práctica ni una cultura de alternancia política pacífica electoral, lastimosamente. Y también, no menos importante era el descontento por las inequidades resultantes de las ventas de tierras públicas de 1883 y 1885, que si bien es cierto fueron seguidas de un breve boom económico, la crisis económica regional iniciada en Argentina el año anterior golpeó duro en el país.
A todo esto, hay que agregar que el Paraguay no era un país aislado del mundo. A fines del siglo XIX estaban en pugna dos modelos de liberalismo: el primero conservador y del cual eran parte los gobiernos de la mayoría de las repúblicas y monarquías constitucionales entonces vigentes; y el segundo radical, que seguía siendo libremercadista pero que pedía un mayor arbitraje del Estado en cuestiones puntuales y con mayor arraigo populista. Varias revoluciones radicales habían acontecido en la última década entonces, incluyendo la Revolución del Parque de Alem en Argentina en 1890, muy cercana al Paraguay. El fraude electoral y la violencia política eran bastante más comunes a fines del siglo XIX y comienzos del XX en los regímenes liberales conservadores, cosa que los liberales radicales posteriores siguieron imitando.
-¿Qué se podría señalar como característica principal de la acción o qué fue lo diferente a otros intentos violentos ocurridos a lo largo de nuestra historia política?
-Lo principal reside en la cultura política, cómo es un caso donde se construyó el mito en torno a su fecha y al hecho. Una similitud podemos ver en la festividad del Partido Revolucionario Febrerista (PRF) al conmemorar la revolución del 17 de febrero de 1936, cuando que el proceso de fundación de dicho partido abarcó varias décadas. La Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado (ANR) celebra efectivamente su fundación del 11 de setiembre de 1887; aunque el stronismo intentó que el golpe de Estado de Stroessner del 4 de mayo de 1954 sea conmemorado con algunas acciones, nunca prendió del todo la idea ni alcanzó lo que las revoluciones liberal y febrerista lograron conmemorativamente entre sus afiliados y simpatizantes.
-¿Qué consecuencias tuvo para los liberales que intentaron aquella acción?
-Como vimos en el caso de Audivert, hubo consecuencias políticas y administrativas. En muchos casos prisión y exilio fueron lo común, como ocurría en todo el periodo de 1870 a 1940. Finalmente, con el pasar del tiempo hubo amnistías y retornos al país de los implicados. Luego del golpe de Estado de 1894 contra Juan G. González, y el ascenso del poder por elecciones del general Juan Bautista Egusquiza, este inteligentemente articuló una serie de pactos políticos que permitieron la participación política de las facciones coloradas (egusquicistas y caballeristas) y liberales (cívicos y radicales) en el gobierno.
Lastimosamente, el proceso no avanzó y fue interrumpido en enero de 1902. A partir de allí, toda crisis se solucionaba o con violencia o por pacto político, pero sin llegar a posibilitar alternancias políticas electorales reales. Y ni que decir que cualquier alternativa que sea por fuera del liberalismo o coloradismo ni siquiera era reconocida, como ocurrió posteriormente con el Partido Obrero o Partido Socialista de Milesi décadas más tarde desde la izquierda, o el Partido Católico desde la derecha.
-¿Cuál es el mito o la falsedad más frecuente que se dice respecto a los hechos del 18 de octubre?
-Los hechos ocurrieron, con algunas diferencias y polémicas que creo que no viene al caso discutir específicamente. Pero sí, creo que más que una falsedad, es necesario reconocer que el 18 de octubre es una construcción discursiva de la cultura política liberal. La conmemoración no está mal en sí misma, a ella hay que incorporarle una explicación histórica sobre los hechos más allá de los fanatismos políticos, como en cualquier producto cultural político.
-Se relata que el plan de acciones fue aprobado en el seno del propio directorio partidario. ¿Hay antecedentes de ese tipo en que un partido institucionalmente resuelve realizar un intento así?
-Creo que allí radica una originalidad de este evento. Sobre todo, porque es el primero desde la creación de los partidos políticos tradicionales cuatro años antes en 1887. Aunque ya hubo varios episodios de violencia política, principalmente electoral y represiones, entre 1887 y 1891: este es el primer intento serio de voltear un gobierno de un partido político gubernista desde otro partido político opositor. Recordar que los golpes, revoluciones y guerras civiles desde 1870 hasta 1880, fueron realizados entre facciones con alta movilidad política y que no eran propiamente partidos aún.
-¿Por qué cree que fracasó esa acción de 18 de octubre?
-Porque si bien es cierto fue un desafío al gobierno de entonces, no tenía la correlación de fuerzas necesarias para vencer a un oficialismo que hegemónicamente controlaba el Paraguay desde 1880. Esta correlación de fuerzas, unidas al deterioro del oficialismo gobernante recién se dieron en 1904. No es casualidad que, en 1891, cuando se fracasó en la revolución, los liberales de la facción radical como José de la Cruz Ayala (Alón) eran críticos de las empresas latifundistas como LIPSA, que sustentaban al gobierno colorado de entonces. Para 1904, ante el deterioro del caballerismo colorado, LIPSA apoyó a los liberales que sí lograron en esa ocasión triunfar y lograr la alternancia política por las armas.
-¿Realmente los liberales tenían posibilidades de éxito?
-No me gusta la historia contra fáctica, hay que evitar la Nariz de Cleopatra, pero creo que el Centro Democrático o Partido Liberal no estaba en condiciones de enfrentar con el oficialismo colorado bien arraigado desde el gobierno de Caballero de 1880. Sí, fue un problema y los gubernistas se esforzaron en repeler la revolución. Una característica del evento, es que no fue un golpe de Estado o una revolución netamente militar, sino cívico militar, como caracterizaron a estos movimientos durante gran parte de la historia paraguaya.
-¿Es cierto que el mayor Vera pudo haber sido muerto por sus propios partidarios, en medio de la confusión?
-Existe la posibilidad, de qué en la confusión haya sido una bala amiga liberal, haya ocurrido el hecho como se narra, pudo haber sido también tiros gubernistas. Lo cierto es que tanto Vera como Machaín, parte importante de la dirección revolucionaria, cayó muerta esa noche, lo que ayudó a hacer fracasar el hecho. El mayor Eduardo Vera era un militar retirado de la Guerra Guasu (1864-1870), donde participó en destacadas y casi suicidas misiones. Una característica del arrojo y la valentía bizarra es caer muerto o fatalmente herido en el momento más inoportuno de la acción bélica. Le pasó a Vera en 1891 y al coronel Albino Jara en mayo de 1912.
-Se cuenta que también fue atacada la casa del general Benardino Caballero. ¿Qué pasó ahí?
-Pasó que Caballero tenía custodia y armas en su casa, quizás a último momento pudo ser avisado. Lo que sabemos es que se repelió el ataque a los tiros y los revolucionarios se retiraron. Si bien es cierto el gobierno era del presidente Juan Gualberto González, importante era la influencia de Caballero, hecho reconocido por los revolucionarios quienes querían capturarlo.
Otra cuestión interesante es que la revolución fallida del 18 de octubre de 1891 ayudó a crear o a profundizar grietas entre las facciones internas de los dos partidos políticos tradicionales. En los liberales, aumentó la distancia entre radicales un poco más progresistas y cívicos que eran conservadores. En los colorados, el liderazgo de Juan Bautista Egusquiza en repeler la revolución permitió la emergencia del egusquicismo más dialogador frente al tradicionalismo del caballerismo, este último hegemónico hasta ese momento.
-¿Los paraguayos somos eternos conspiradores?
-La lección es aquí la imposibilidad del diálogo y el debate político, sumados a una cultura política carente de valores democráticos. En ese sentido, podemos simpatizar con las ganas de los fallidos revolucionarios de que se respete la Constitución Nacional de 1870 y que haya elecciones con posibilidad transparente de alternancia política. Lo que debemos desterrar es la idea de que el golpe de Estado, sea militar, parlamentario o Lawfare: es una alternativa para llegar al poder o consolidar el poder. Repito, que la primera alternancia pacífica electoral en nuestra historia, del 2008, haya sido interrumpida en 2012, es una señal del nivel en que la cultura y las prácticas políticas en el Paraguay se encuentran.