Tras predicar sobre un famoso texto bíblico, uno de los más célebres paraguayólogos descubrió que su homilía tenía el efecto totalmente contrario a lo esperado. Entonces empezó una investigación cuyo resultado -hasta ahora inédito- es verdaderamente revelador. Leé y opiná!
El padre Saro Vera (1922-2000) pudo ver que, entre sus feligreses, algunos parecían tener una sonrisa contenida, durante el relato de la parábola del hijo pródigo; se percató de las muecas cuando leyó que el joven descarriado de la historia terminaba cuidando cerdos, según el capítulo 15 de Lucas.
“¡Es que cuidar chanchos es espectacular! A mí me encanta”, respondió -en guaraní- uno de los parroquianos, después de misa, en momentos en que el sacerdote paraguayo se acercaba a preguntarle por su reacción de contento durante la lectura de la Palabra. Simplemente quería ser kure mboguataha o kure kapata.
El pa’i Saro se dio cuenta de que la parábola causaba exactamente el efecto contrario a lo que pretendía la Biblia: Lo que para el judío bíblico resultaba lo más repudiable del mundo (cuidar porcinos), para el paraguayo de Buena Vista, departamento de Caazapá -donde el citado cura vivió sus últimos años- era una diversión.
Entonces decidió utilizar la técnica llamada equivalencia dinámica* -es decir, iba a cambiar parte de la historia privilegiando la idea en vez del relato literal original- y se puso a averiguar qué sería aquello que más repudiaba el paraguayo.
Por fin -luego de varias semanas de indagación con los campesinos- se topó con lo que genuínamente más despreciaban los compatriotas: cuidar ancianos. Desde entonces, en vez de decir en sus homilías que el joven de la parábola -tras malgastar su herencia- se vio obligado a encargarse de apacentar puercos, el sacerdote simplemente cambiaba la historia: el descarriado se convirtió entonces en “tuja rerekua” (cuidador de ancianos).
Esta historia nos fue referida a una colega y a mí hacia mediados de los 90, durante una conversación con el padre Saro cuando empezábamos un proyecto del primer diario popular en Paraguay. Lo que el buen cura -ni nadie- pudo imaginar entonces es que, increíblemente, por esas ironías del destino, miles de los paraguayos iban a terminar, pocos años después, justamente realizando esa tarea tan “despreciada” en España y otros países.
– * Idéntico principio propone el antropólogo Wilmar Stahl, sobre la sustitución de la uva por la sandía en una frase de Jesús: “Yo soy como una planta de uva, y ustedes son las ramas. El que sigue unido a mí, da mucho fruto”. Entonces, para una mejor comprensión la prédica a fieles chaqueños, la Biblia debería decir: “Yo soy como una planta de sandía…”, etc., según el citado autor.