Para el diccionario normal, «armarse» significa portar arma, pero en Paraguay tiene otras dos acepciones bien claras. Por un lado, en el plano sexual, implica erección.
Así, una tragedia masculina por ejemplo es «no armarse» en el momento clave. Peor aun es el que ya padece esa condición de manera permanente (noñarmaveima=ya no se arma más). En el otro extremo está el que se arma todo debalde (oñarmaparei); es decir, el excitadizo que empina al santo botón, sin ninguna consecuencia.
Por otro lado, armarse también significa hacer fortuna, generalmente en la administración pública y de modo poco digno. Es común escuchar que tal funcionario «se armó» ocupando tal cargo. Es una transformación muy frecuente.
En contrapartida, el que salió de un alto puesto (okúi) y «no se armó», solía ser visto como flojo, vyro o tonto. Pero esta es una mentalidad que está cambiando. Ya no es un «valor» como el que regía antes.