Es el conocimiento práctico, el manejo de los códigos que rigen en un lugar, una comunidad, un grupo o una institución. Para este criterio sólo hay dos clases de personas: el que “entiende el kure kutu” y el que “no entiende el kure kutu” (el que maneja la técnica de sacrificar el cerdo y el que no).
Manejar este arte es particularmente útil en la función pública o en la política, donde un movimiento errado puede tener dramáticos resultados. Un funcionario que no maneja estas reglas no escritas puede terminar marginado en el freezer o en el famoso “Alcatraz”, una suerte de depósito de humanos que tienen varias instituciones. Al político a su vez le puede significar su pronta caída un desconocimiento de estas leyes carniceras.
La expresión se origina en el caso del matarife inexperto que intenta faenar un porcino pero no acierta el punto exacto donde clavar para que su tarea sea eficaz. De modo que el pobre animal lanza unos gritos lastimeros interminables mientras el carnicero clava una y otra vez sin resultado.
Eso es lo que pasa cuando alguien no entiende el kure kutu. Otros prefieren usar la frase “nontendéi la asunto” (no entiende el asunto”.
Es famosa una anécdota de un político que envió a un recomendado junto a su correligionario de alto cargo para que le consiguiera un puesto. El candidato entregó a la autoridad una nota donde podía leerse: “Te mando al correlí Fulano de tal para que le ayudes con un cargo: él no sabe leer ni escribir, pero entiende el asunto”.