Es el caido en desgracia. Es decir, la persona que perdió el poder, un tragedia especialmente sentida en Paraguay. La expresión okúi alude a la fruta que se desprende de la rama del árbol.
Una creencia muy extendida dice que Paraguay realmente nadie renuncia: todos los que quedan fuera del “zoquete” es porque fueron sacados a patadas.
Habitualmente hay dos situaciones para el afectado por el “jekúi”: por lado, están los que lograron “armarse”. Es decir los que pudieron enriquecerse en el poder generalmente por medio tradicional del arte del “pokarē”.
Por otra parte están los que no hicieron ninguna matufia ni cosas raras y salieron igual-o incluso más pobres- de cuándo entraron. Estos últimos solían ser objetos de burla hasta hace muy poco tiempo.
No obstante, hay un tércer grupo -aunque pequeño- que aparece tímidamente: son los que terminan presos. Son contados con los dedos pero los hay. Si bien está aumentando la cantidad de altos función procesados, la proporción de los que son obligados a devolver lo robado o los que terminan encarcelados es muy baja.