“Cualquier caldito es alimento” es un lema habitual en tiempos de graves carencias. Esta frase tiene múltiples usos, tanto para las necesidades materiales como las otras.
Muchas veces alude a situaciones muy extremas. Por ejemplo, uno de los refranes derivados dice: “cualquier caldito es alimento, he’i aipo ho’úva itī syry” (dice el que ingirió los goteos del resfriado de su nariz).
Esta justificación tiene varias frases similares o equivalentes en castellano, como la popularizada en una serie televisiva argentina de los años ‘80: “Éramos tan pobres”.
O el clásico “al hambre no hay pan duro”, del refranero español. También el muy usado: “en vez de nada”.
El “cualquier caldito” será que el argumento en la sequía, en la inundación, en la pandemia y -en general- toda época de vacas flacas que (como sabemos) suele ser la más frecuente. En suma, cuando está “hendy”.
Por eso también se puede escuchar por ahí: “Cualquier caldito es alimento, he’i aipo irrecurso’íva” (dice aquel que tiene pocos recursos).
“Cualquier caldito es alimento, he’i aduanero”, se refiere a la recaudación particular que acostumbra realizar el funcionario de Aduanas cuando cobra coimas de menor cuantía. Pero, como dice el hidalgo Don Quijote: muchos pocos hacen un mucho.
Es en el plano de las relaciones donde también se aplica este dicho de carestía. Algunos serán tildados de “karu vai” (comer mal) por supuestamente tener parejas desventajadas físicamente.
Una respuesta ante tales críticas malsanas puede ser: “ivai pero mba’eichaite he” (carece de gracia pero vaya que tiene gran sabor). O bien, el clásico “oreko la orekóa” (tiene lo que tiene, en alusión a cierto encanto no visible a simple vista).
También podría decir “algo es algo”, “cualquier viento sopla” o el mordaz “en época de guerra cualquier hoyo es trinchera”.
