En Paraguay se dice «malandro» al ladrón, pero también se han acuñado otros derivados como «malandrín» y «malandrito». Es decir, las personas que están involucradas en el «malandraje» o la malandrería.
En la jerga de las noticias policiales, también se les llama frecuentemente como «pájaros de cuenta», «malvivientes» o «chicos malos», que generalmente tienen «frondosos antecedentes».
En el castellano oficial se define al malandro como persona que tiene costumbres reprobables o delictivas. Pero el uso más habitual es «malandra», como se estila en Argentina, Uruguay y Chile.
Una vez más, en Paraguay ocurre el cambio de género como otras palabras tipo: «tambora» (por tambor), «sinvergüenzo» (en vez de sinvergüenza), «ayudo» (en lugar de ayuda), «menora» (en reemplazo de menor), «contrata» (por contrato), etc.