Disposición que debía cumplirse aunque violentara la ley o claramente estuviera contra toda norma conocida. Durante el stronismo se acuñó esta frase que llegó a ser bastante popular. Resulta muy similar a la doctrina de «obediencia debida» que se alegaba por ejemplo en la Argentina, durante el régimen militar.
Servía para justificar abusos y transgresiones de todo tipo durante la dictadura, aunque realmente la frase parezca redundante (pues las órdenes normalmente proceden de algún superior; de lo contrario solo serían pedidos, recomendaciones o sugerencias).
Bastaba con que el agente invocara el cumplimiento de una “orden superior” para proceder con cualquier acto abusivo. Esto podría incluir algunas crueldades explícitas.
Por ejemplo: “orden es orden, he’i isype oapresáva” (el uniformado que lleva detenida a su madre dirá: orden es orden).