Es el candidato que ya llegado como novio oficial visitando a su amada por un extenso periodo de tiempo. Pero se muestra reacio a formalizar o pedir la mano en matrimonio. No hay un periodo de tiempo específico en que un amado pasa a la categoría de «calientasillas». Esto depende del contexto o de las expectativas pero -sobre todo- del dictamen de las severas tías de la novia y otras personas allegadas.
Habitualmente, el adjetivo no puede borrarse con el tiempo, sino mas bien tiende a reafirmarse y agravarse. Si el «candidato» no es un buen partido, generalmente la paciencia de la parentela disminuirá cada vez más drásticamente.
Un calientasillas que se eterniza en esa condición solo podrá tener redención si en algún momento del prolongado noviazgo se aviene a pasar por el Registro Civil y la Iglesia para los juramentos de rigor con su novia.
Pasado el tiempo de un noviazgo considerado normal y habiendo vencido el periodo de tolerancia tácita, el novio podría empezar a escuchar algunos comentarios indirectos sobre su condición. La novia también podría empezar a sentir la presión de su entorno en relación a si el sujeto tiene «intenciones serias» con ella.
En casos extremos y si la situación no se resuelve por la vía del acta matrimonial, podría recurrirse a algún payé (trabajo de brujería) o -lo que resultaba más folclórico- el ñeguerokañy (rapto) para la concreción del ñemenda Paraguay (boda al estilo Paraguay), lo cual constituye el concubinato.